La Fe Católica

Abre sin Miedo la Puerta de la Fe – Lupita Venegas

Lupita Venegas nos habla de la necesidad de abrir nuestros corazones a la fe (Puerta de la Fe) para conocer a mejor lo que Dios quiere de cada uno de nosotros y de nuestras familias.

Estamos en un mundo secularizado en donde todo importa menos la opinión de Dios, por eso hoy quiero entrar a este documento hermoso que nos pide el Papa leer en este Año de la Fe “La Puerta de la Fe”. Esta carta que nos escribe Benedicto XVI nos recuerda y nos exhorta la alegría gozosa de tener fe, y nos pide que los cristianos, los católicos, salgamos al mundo a decir “esta es una Opción, este es un Camino y estamos felices de vivir en este camino”. Hay que ser más testigos y menos rollos, más testimonio de vida y no solamente teorías o enseñanzas académicas. Hoy el Papa nos pide vivir nuestra fe. Vamos a entrar con una lectura que yo quiero compartir contigo esta mañana. Muchos de nosotros no leemos la Palabra de Dios, nos decimos que tenemos fe pero no leemos la Palabra de Dios y si no la leemos pues no nos enteramos qué es lo que Él quiere. Hoy tiene un mensaje para ti muy especial, por eso haré una lectura del evangelio de Marcos 9, 20-29…

Y se lo llevaron. Apenas vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al muchacho; cayó al suelo y se revolcaba echando espuma por la boca. Entonces Jesús preguntó al padre: «¿Desde cuándo le pasa esto?» Le contestó: «Desde niño. Y muchas veces el espíritu lo lanza al fuego y al agua para matarlo. Por eso, si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos. Jesús le dijo: «¿Por qué dices «si puedes»? Todo es posible para el que cree. Al instante el padre gritó: «Creo, ¡pero ayuda mi poca fe!» Cuando Jesús vio que se amontonaba la gente, dijo al espíritu malo: «Espíritu sordo y mudo, yo te lo ordeno: sal del muchacho y no vuelvas a entrar en él. El espíritu malo gritó y sacudió violentamente al niño; después, dando un terrible chillido, se fue. El muchacho quedó como muerto, tanto que muchos decían que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano y le ayudó a levantarse, y el muchacho se puso de pie. Ya dentro de casa, sus discípulos le preguntaron en privado: «¿Por qué no pudimos expulsar nosotros a ese espíritu?» Y él les respondió: «Esta clase de demonios no puede echarse sino mediante la oración. Marcos 9, 20-29.

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