La Fe Católica

Del Génesis a Jesús – Estudio Biblico

Este estudio cubre la historia de la salvación y como se desarrolla en una seria de alianzas que Dios hace con su pueblo escogido. Veremos cómo esta historia alcanza su clímax y culmina con Jesús y la Iglesia. El objetivo es darles unas sólidas bases y una visión general de la historia de la Biblia y su mensaje, del Génesis a Jesús.

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Fragmento del Libro:

II. El Hombre y la Mujer: la Imagen Original
El Primogénito de Dios

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, “varón y mujer los creó” (cfr. Gen 1:26-28). ¿Qué significa que Dios creó al hombre a su imagen divina? Quiere decir que la persona humana es un hijo de Dios. ¿Cómo lo sabemos? Recuerden lo que dijimos en la última lección: la manera en que los católicos leemos la Biblia es interpretar el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo Testamento. Entonces veamos el Evangelio de San Lucas. Allá encontrarán que Adán es “hijo de Dios” (Lc 3:38). Vemos también que la frase “imagen y semejanza” se ocupa para describir el nacimiento de Set, hijo de Adán (cfr. Gén 5:3). En el lenguaje de la Biblia, nacer a “imagen y semejanza” de alguien quiere decir ser hijo de esa persona. Entonces, cuando Dios crea el hombre a su imagen, lo crea como su hijo. Desde el inicio, se ve la intención divina de que los seres humanos fueran sus hijos.

Padre de un pueblo sacerdotal

Adán es creado como hijo primogénito de Dios. Es concebido también como sacerdote. En la última lección, vimos cómo el mundo fue hecho como un Templo y el Jardín del Edén representado como un santuario del Templo, el lugar santo donde habita Dios. Ahora, es imposible tener un templo sin un sacerdote para guardarlo, mantenerlo y ofrecer sacrificios. Y esa es la tarea que Dios le da a Adán. Es una tarea sacerdotal, aunque requiere saber un poco de hebreo para reconocerlo. Adán fue colocado en el Jardín “para que lo cultivara y lo cuidara” (Gen 2:15). Es fácil perder lo más importante del sentido de estas palabras. En el hebreo original, las palabras ocupadas son “abodah” y “shamar”. Son palabras asociadas con el servicio sacerdotal. De hecho, las únicas otras citas en la Biblia donde las dos palabras están juntas se encuentran en el libro de Números, donde normalmente se traducen como “servicio” y “encargo” de los levitas, la tribu sacerdotal de Israel (cfr. Num 3:7-8; 8:26; 18:5-6).

Los levitas estaban encargados de la protección del santuario y el altar. Le fue dado a Adán el deber de proteger, de cuidar el Jardín. Todo esto será muy importante cuando estudiemos la desobediencia de Adán y su pérdida de la gracia. Adán es descrito, entonces, como un sacerdote primogénito. Noten también el mandato, “sean fecundos y multiplíquense” (Gen 1:28). Adán es el primogénito de Dios y padre de un pueblo. Dado que es un sacerdote, su pueblo será también sacerdotal. Lo que encontramos, entonces, en Génesis es la intención original de Dios para la raza humana. Será la familia de Dios y un pueblo sacerdotal. Hay ecos de estos conceptos en el Antiguo y el Nuevo Testamento: Israel también se llamará el primogénito de Dios y un pueblo sacerdotal. Al venir Jesús, se llamará Hijo de Dios, el “Nuevo Adán”, “el primero de muchos hermanos” y Sumo Sacerdote. La Iglesia también será referida como un pueblo sacerdotal. Vamos a ver todo esto en detalle en futuras lecciones en este curso. Pero todo empieza aquí con Adán, nuestro Padre.

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Centro San Pablo de Teología Bíblica

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