Los invito nuevamente a que leamos y reflexionemos cuidadosamente la Palabra de Dios, que es la fuerza y alimento de todo aquel que ama a Dios.
Juan nos dice en este fragmento de su primera carta que «Dios es amor y que aquel que dice amar a Dios pero no ama a su hermano es un mentiroso». También leeremos que “Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios permanece en él” lo que nos recuerda mucho algunos segmentos del amplio discurso eucarístico de Jesús en Cafarnaúm, precisamente del evangelio de Juan (Juan 6, 22 – 59).
Dios es amor
(Primera carta de San Juan 4, 7-21)
7 Queridos míos,
amémonos los unos a los otros,
porque el amor procede de Dios,
y el que ama ha nacido de Dios
y conoce a Dios.
8 El que no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor.
9 Así Dios nos manifestó su amor:
envió a su Hijo único al mundo,
para que tuviéramos Vida por medio de él.
10 Y este amor no consiste
en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó primero,
y envió a su Hijo
como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
11 Queridos míos,
si Dios nos amó tanto,
también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Dios es amor
Si como lo afirmas tú: la salvación se da «solamente por la fe» en Cristo y lo tomamos literalmente, entonces: ¿Qué pasó con los que murieron antes de Cristo? Y con los aztecas, mayas y otros pueblos que nunca escucharon el Evangelio, ¿acaso se condenaron también? ¿o con los millones de chinos y musulmanes que nunca han oído el Evangelio de Jesucristo?, ¿ellos también se condenarán? Claro que no.
El sermón de la montaña (sermón del monte) es considerado como el corazón mismo del evangelio y por ende del cristianismo. Por eso en este día te invito a que lo leas con calma, poco a poco, una o las veces que te sea posible y lo medites en tu corazón. Te darás cuenta de que las palabras de Jesús son auténticamente agua viva o palabras de vida que dan ánimo y esperanza a todo aquel que las medita y lleva en todo momento en su corazón.

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