Talleres de oración y vida del Padre Ignacio Larrañaga
A nadie le gusta estar enfermo, ser víctima de incomprensión, fracasar, morir, pero estas cosas las podemos asumir, no con emoción, pues esto no causa ninguna emoción, sino con silencio y paz, como quien deposita en las manos del Padre una ofrenda doliente, pero fragante con silencio y paz. Por eso hablamos de experiencia oblativa y no emotiva, oblativa porque hay un morir, hay impulsos muy vivos pero muy negativos.
Nosotros usaremos la palabra abandono, palabra muy equívoca, siempre que la pronunciamos surge en los oyentes una serie de desinteligencias. Para algunos abandonarse equivale a pasividad, resignación, fatalismo, cruzarse de brazos. Tenemos que decir desde el primer momento que no se trata de un abandono pasivo sino dinámico, no solo eso, la vivencia del abandono coloca a las personas a su máximo nivel de productividad, de eficacia y potencialidad, dicho esto así de entrada puede chocar, pero ya se puede comprender que si se trata de abandonar lo más negativo del corazón, el resultado será eminentemente positivo.
En todo acto de abandono existe un NO y un SÍ. Porque existe un NO, por eso hablamos de experiencia oblativa, porque hay un morir a los impulsos más destructivos del corazón. NO a lo que yo quería o hubiese querido. ¿Qué hubiese querido?
– Venganza contra ese tipo que me ofendió: NO a esa venganza.
– Resentimiento porque todo me sale mal en la vida: NO a ese resentimiento.
– Vergüenza por ser yo tan poca cosa: NO a esa vergüenza.
– Lástima que hubiese sucedido eso. Eso ya sucedió, es un hecho consumado, no podemos volver atrás: NO a esa lástima.
Y así en el abanico general de la vida vamos diciendo NO, vamos muriendo a todo brote agresivo y negativo del corazón. Ya pueden imaginar que el resultado será eminentemente positivo.
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Video
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Santa María de Guadalupe:
Qué te parece si dejas este día tu vida en manos de Dios, tu familia en manos de Dios y esperas de Él un gran milagro. Esta es la propuesta: dejar a nuestro Dios actuar en tu vida, dejarle hacer algo maravilloso en tu corazón, dejarle quitar tu tristeza, dejarle consolar tu corazón, animarte, levantarte, sanarte, es decir dejar a Dios hacer su voluntad en ti.
Fernando Casanova, antes pastor pentecostal, nos relata cómo, mientras buscaba razones para no hacerse Católico, descubrió la presencia real y verdadera de Jesucristo en la Santa Eucaristía.



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